La Atlántida, mito por excelencia, nos remite a continentes perdidos en el devenir de la historia, legados culturales transmitidos de generación en generación, ajenos a dogmas y panteones imperantes, erigidos en la base del vasto edificio cultural de Occidente.

Privada de grandilocuencia subyace sin embargo en la educación sentimental de todo ser humano otra mitología, personal e intransferible, que surca con irregular trayectoria el exiguo espacio existente entre la boutade y lo sublime, conformando en última instancia su particular forma de encarar los avatares de la existencia a modo de peculiar escudo protector, connivente sonrisa en ristre.

Perdidas ya mi infancia y primera juventud como el sumergido continente, permitidme buscar en su naufragio, si os place, retazos de la generación a la que cronológicamente pertenezco así como de todas aquellas a las que voluntariamente he decidido acogerme al ritmo, voluble, de los misterios desvelados por el implacable Cronos.




domingo, 18 de mayo de 2008

Nuestro amor será un himno



Desconozco con exactitud el año en que Jairo publicó esta gran canción, pero en 1980 ya la defendía por los escenarios iberoamericanos. La letra, más allá de la estética de la época y algún que otro empalagoso recurso nos habla de la eterna vigencia de la voluntad de amar a pesar de los obstáculos que podamos encontrar.

Juntos iremos con las golondrinas, el mundo será nuestro hogar y nuestros besos darán el concierto más bello y mas dulce que hay
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Nuestras zapatillas voladoras nos llevarán al paraíso perdido y ahí perpetuaremos el amor. Y con nosotros irán todos los enamorados de la tierra de nuevo y para siempre a renacer.

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